El 20 de febrero de 1989, hace ahora 30 años, cincuenta y siete objetores de conciencia en búsqueda y captura, prófugos por no haberse incorporado al ejército en su llamada a filas, se presentaron públicamente en el Estado español para expresar su desobediencia al servicio militar obligatorio (SMO). La insumisión había comenzado.
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