Durante la década de los setenta, la farlopa (“nieve”, la llamaban entonces en las calles) era como el Dom Pérignon de las drogas: una sustancia cuyo consumo estaba envuelto en un halo de prestigio y glamour. No en vano, cuando el presidente Richard Nixon inició su famosa “guerra contra las drogas” en 1971, se cebó con la marihuana, el LSD o la heroína, pero dejó a la coca en paz. Y no es broma.
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