Son los días en que miro a los cadáveres que cubren las calles de Bagdad o Beirut por culpa de los terroristas suicidas; en que los jeques lisiados y ciegos se atribuyen el derecho de emitir fatwas porque están llenos de odio y de sed de sangre; en que veo niñas pequeñas que corren, unas para proteger el cuerpo de su madre lapidada, y otras para evitar que las casen a los nueve años.
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