Imaginad ahora que vuestro jefe o jefa os pide que acudáis a su despacho para tener una charla… quizás sólo os requiera para asignaros algunas tareas propias de vuestro puesto… o quizás sea el comienzo de una situación de acoso laboral (en este caso toda prueba es poca). Sea lo que sea, no perdemos nada por adoptar la sana costumbre de grabar nuestras conversaciones con el gerente de turno… si no que se lo digan a cierto trabajador que grabó su acoso y condenaron a su empresa a pagarle más de 150.000 euros. No diréis que no le salió rentable.
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