Este énfasis en la belleza femenina ha desatado la indignación de las feministas desde el comienzo de este movimiento y ha supuesto un enigma para los evolucionistas. El mismo Darwin se dio cuenta de este problema porque en la selección sexual en el caso de la mayoría de las especies son los machos los que suelen mostrar los adornos y los que utilizan el atractivo físico para atraer a las hembras. El ejemplo clásico es la cola del pavo real. Sin embargo en la especie humana es al revés.
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