En la primera parte de la obra, en la que el obispo, monseñor Bienvenu, abrumado ante el alegato del moribundo sobre las injusticias y tropelías de la Iglesia y de la monarquía y la necesidad de la Revolución francesa, se arrodilla ante el revolucionario para pedirle su bendición. “Los lectores españoles llevan más de cien años leyendo el episodio convertido en todo lo contrario: el arrepentido es el convencional y el que le imparte su bendición y su perdón es el obispo”, explica la traductora.
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