Las salas de espera son antesalas del infierno, o eso me parecen a mí. En Urgencias. En Hacienda. En Charcutería. Todos esos rostros hieráticos. Grises. Esperando su turno. Buscando una posición cómoda en las asepti-idénticas sillas de plástico duro. Evitando cruzar las miradas para no realizar diagnósticos mentales.
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