En realidad, la estrategia de la ultraderecha no es nueva. Está utilizando las mismas herramientas que le han dado réditos electorales en los últimos años: un exacerbado tacticismo y altas dosis de propaganda para polarizar la sociedad, llevar cualquier cuestión a su propio terreno, señalar a un enemigo, desviar la atención de otros problemas y tener iniciativa política.
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