En los últimos años hemos asistido al éxito de interesantes novelas de intriga, cuyos protagonistas son mujeres fuertes muy bien construidas. Al contrario de lo que ha venido siendo habitual desde tiempos de George Eliot o las hermanas Brontë, una nueva tendencia se está imponiendo en escritores masculinos que prefieren que su nombre quede sexualmente ambiguo en la portada para que aquellos que hacen compra de oportunidad, sin interesarse mucho en la biografía de los autores, sepan si se trata de un hombre o una mujer.
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