Arthur Cravan no pasaba desapercibido. Medía dos metros, pesaba más de cien kilos, era tan grande que “podría formar mi propia República”. Era joven, culto, vanidoso, distinguido, provocador, jovial, inquieto, pasional, independiente, bruto, sutil, grosero, lírico, inestable, fantoche, charlatán, poeta y boxeador. Cravan no pasaba desapercibido, ni quería hacerlo.
|
etiquetas: arthur cravan , poesía