Cultura y divulgación
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La accidentada carrera aérea París-Madrid de 1911

El Hombre parece llevar en su ADN la impronta de la competitividad deportiva. Al principio, usando su propio cuerpo y sus habilidades. No tardó, sin embargo, en incorporar los vehículos y, así, se fueron sucediendo las carreras de caballos, carros, barcos, coches, bicicletas, motos y, cuando los hermanos Wright conquistaron el cielo, aviones.

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