Ningún arma ha sido más efectiva que la guerra para diezmar el patrimonio arquitectónico de las ciudades. Pero no es la única amenaza. El homo economicus también ha tenido su papel en la destrucción de algunas joyas arquitectónicas arrasadas principalmente por la avaricia. (...) Entre un mar de edificios anodinos, había un inmueble que llamaba la atención por su original fisonomía en la entrada a la autovía a Zaragoza en Madrid. A un lado de la carretera se erigía una pequeña torre denominada la Pagoda.
|
etiquetas: joyas , arquitectura , yorokobu , nueva york , madrid , padoga