“No debemos dejar de lado la probabilidad de que la constante inculcación de la creencia en Dios en las mentes de los niños pueda producir un efecto tan fuerte y duradero en sus cerebros, aún no completamente desarrollados, que provoque que a ellos les resulte tan difícil desembarazarse de aquélla, como a un mono deshacerse de su instintivo miedo o repugnancia a la serpiente”.
Autobiografía, Charles Darwin