El Schienenzeppelin, o el Zeppelin sobre raíles, fue el precursor de muchos de los trenes rápidos de la actualidad. En los años 30, un simple automotor alcanzó los 230 km/h en 1931 al unir Hamburgo y Berlín, un trayecto de 290 km, en una hora y 44 minutos. Este Schienenzeppelin, se llegó a denominar aerotren. (Flugbahn-Wagen). Inicialmente, el tren contaba con dos motores de gasolina para aviones y, más tarde, con un único motor BMW de 12 cilindros y de entre 500 y 600 CV de potencia, según las fuentes. Además de su propulsión por hélice, se caracterizaba por su forma extremadamente aerodinámica y, en particular, por un morro muy similar al de algunas locomotoras modernas, como el de los primeros Shinkansen.
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