La bioquímica Katalin Karikó (Szolnok, Hungría; 1955) es un afortunado ejemplo de tenacidad. Si la ciencia ha empezado a pararle los pies a la aterradora pandemia de COVID-19 es gracias a su obstinación (...) En 1978 ya estaba investigando sobre las posibilidades terapéuticas del ARN mensajero, en el que se basan las primeras vacunas de Pfizer y Moderna (...)Sin los descubrimientos de Severo Ochoa sosotros no habríamos llegado al ARN mensajero
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" Yo no he sentido discriminación de género en el trabajo, porque quien me despidió una vez de mi trabajo fue una mujer y quienes me respaldaron y quienes se reunieron para decidir que merecía la pena pagarme el sueldo fue un grupo de hombres, mis compañeros varones".