La vida de nuestro organismo es imposible sin oxígeno, que obtenemos a través del sistema respiratorio y circulatorio. Si dejamos de respirar o detenemos la circulación de la sangre, perecerán. Sin embargo, cuando se detiene la respiración y se detiene el latido del corazón, un resultado fatal no ocurre de inmediato. Hay una especie de etapa de transición, que no se puede atribuir ni a la vida ni a la muerte: esta es una muerte clínica.