La mosca negra es hematófaga, es decir, necesita consumir sangre de animales, pájaros o humanos para cumplir con su ciclo vital. Al contrario que el mosquito, la mosca no “pica” porque no tiene una trompa especializada para buscar los vasos sanguíneos, si no que es mucho más sanguinaria. La hembra de este insecto rasga la piel de la víctima con sus mandíbulas y, para poder darse un festín, añade compuestos farmacológicamente activos entre los que le incluyen inmunomoduladores y antiinflamatorios.