Debemos darnos cuenta de que estos materiales no son biodegradables, es decir, la naturaleza no puede asimilarlos ni eliminarlos por sí misma. Estos residuos tienen su origen en el entorno industrial y en el ámbito doméstico, y se deben, principalmente, al mal uso y a la mala gestión de los residuos que se lleva a cabo actualmente: son arrojados por desagües, depositados en contenedores no habilitados para ellos (el amarillo es el adecuado para gestionar estos residuos) o desechados directamente al mar o al río.