De un lado de la compuerta, cascos espaciales, pesadas botas de astronauta y gráficos para la gestión de tiempo. Del otro, arena rojiza, un cielo blancuzco y una luz amarillenta. Las montañas de Marte se divisan a lo lejos. La base espacial, construida con tecnología 3D, comparte esa tonalidad oxidada, la única que se divisa en el horizonte monocromo: los instrumentos de medición también están cubiertos de polvo marciano.
Pero las montañas son de cartón y la llanura se acaba en una veintena de pasos: las únicas grandes distancias que se recorr
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