En el año 1999, vio la luz una llamativa hipótesis que realzaba de forma muy creativa el papel del fuego en la historia evolutiva humana. Propuesta por el primatólogo británico Richard W. Wrangham, bajo el nombre de Hipótesis del cocinado.
Consumir alimentos cocinados proporciona a nuestro organismo más calorías que si estos se ingieren crudos, por lo que concluye que las capacidades digestivas humanas son únicas y decisivas.
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