Estoy sentado en mi estudio de grabación disfrutando de una temperatura agradable, mientras en el exterior hace un frío intenso. Este confort es posible gracias a un aparato que realiza un milagro tecnológico: extrae calor del exterior y lo inyecta en mi estancia. Un proceso similar ocurre en el frigorífico de mi cocina, donde su motor extrae el calor del interior y lo expulsa fuera, permitiendo que los alimentos se conserven a bajas temperaturas. ¡Es casi magia! Pero, en realidad, es tecnología pura. Sin embargo, este proceso desafía las leyes
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