Los pueblos celtas parecen tener un origen medio oriental, proviniendo quizá de una zona comprendida entre el sur de los Urales, el mar Negro y el mar Caspio, compartiendo con otros muchos pueblos una lengua de origen indoeuropeo.
Es probable que durante muchos años, la existencia de estados fuertes en la zona sirviera de dique a su expansión hacia el oeste. Sin embargo, la desaparición de esos estados hacia el año 1190 a.C. habría dejado abierto el camino hacia occidente permitiendo su entrada y posterior expansión por el valle del Danubio hasta llegar a las zonas alpinas. Allí, en Hallstatt, en las proximidades de Salzburgo, nos los encontramos hacia el siglo VIII a.C. y, un par de siglos más tarde, aparecen, todavía más al oeste, en las proximidades del lago de Nuechatel.