La marcha nupcial seguía sonando cuando Marco Antonio Rosales y su esposa salían de la iglesia en la norteña ciudad mexicana de Caborca, en el estado de Sonora. Cuando se acercaron a su coche para ir al banquete, que solo estaba a unos pasos de distancia, seguidos por familiares y amigos alegres, llegaron unos hombres desconocidos, abrieron fuego y mataron a Rosales.
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