Muchos tuiteros señalan a las víctimas del atentado en Afganistán, olvidando que la sociedad premia el exotismo. Viajar a Soria no luce igual en Instagram que bañarse en Goa. Empieza en el instituto, pero el camino se bifurca definitivamente en la universidad. Allí el mundo se divide entre quienes cuentan sus vacaciones de verano y quienes rehúyen la conversación porque se las pasaron trabajando. En las raras ocasiones en que las dos castas intiman, creyéndose iguales, algunos se sinceran y confiesan el complejo de no haber estrenado el pasapor
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Hay lugares y lugares arriesgados. Los turistas que murieron no merecían morir, pero hicieron una apuesta muy fuerte. Y muy cara, no nos engañemos, este tipo de viajes no son baratos.
Pero a lo mejor sus muertes sirven para que la gente haga un pensamiento sobre nuestra soberbia occidental. O sobre que no se nos ha perdido nada en lugares así.
A mi tampoco se me perdió nada en Soria, pero tuve la suerte de que no me ocurriera ninguna desgracia.
Más quisiera yo ir a ver los monumentos milenarios que hay allí, pero no voy por el peligro de secuestro, asesinato y demás que hay. Además que yo no soporto bien el maltrato a los de mi alrededor, así que me quedo en mi casa.
Y así se idiotiza a la gente, quitándoles responsabilidad de sus propias decisiones.
En ese tipo de países, puestos a gastarse dinero, se debería exigir una fianza (digamos de +1000 euros) a depositar en el Ministerio de Asuntos Exteriores por si hay cualquier incidente y tenemos que movilizar funcionarios a la zona, que al menos cubra una parte. Y si no pasa nada se devuelve al cabo de unos meses. Eso no cubriría gastos médicos y el viaje de repatriación, para eso seguros privados.
Quizás así alguno se lo repensaría y nos ahorraremos disgustos.
En la radio han dicho que uno de ellos no quería volver aún porque tenía que hacer unas "gestiones". Pero al final le han convencido.
Viajar está sobrevalorado.