Posiblemente hayan escuchado decir que cuando nadamos en el mar, cuerpo y mente retornan a su estado más primigenio. Que nos sentimos fenomenal porque es como si retrocediéramos al útero materno o nos trasladásemos a etapas evolutivas muy ancestrales, a la de nuestros remotos antecesores peces. Pues bien, todo esto no son más que las versiones embrionaria y evolutiva, respectivamente, de… ¡un enorme mito carente por completo de fundamento científico!
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Y la poca que hay, habla poco.