Si la formidable odisea de Rivera en la política terminó en ridículo espantoso, su incursión en el mundo del Derecho también ha sido más bien discreta y queda como un flojo que no daba el callo. Ambos territorios ya los tiene trillados y de ambos sale derrotado, escaldado, como un vulgar loser. Siempre puede probar en las tertulias del circo mediático, con otros desahuciados de la vida y de la política. Ahí seguro que le dan bolilla.
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