Qué volátil es esta España nuestra. Un día es una deslumbrante monarquía parlamentaria en la que es noticia el reparto de unos pastelitos con la bandera para homenajear a la hija del monarca y, al otro, las negociaciones de un partido político con otras formaciones democráticas están rompiendo el país. Hasta Pablo Motos por primera vez se plantea si siente vergüenza de ser español. Y eso sí que no.
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