Actualidad y sociedad
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Quiero morir como un perro  

La muerte indigna es la única opción mientras no se legalice la digna. Hemos visto estos días un acto de amor superior al que rodó Haneke por cuanto tiene de cierto: un marido compungido que ayuda a morir a su mujer, retorcida y marchita después de 30 años de esclerosis, deseosa de recibir la muerte por su mano como la enamorada que espera el primer beso. El marido, después, es detenido —el juez decretó este jueves por la noche libertad sin medidas cautelares—. Ella misma ha sorbido el veneno.

| etiquetas: morir , perro , eutanasia , dignidad , muerte , juez , marido , prisión
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menéame