Levantarse, coger el bus, llegar al instituto, atender a los profesores, vuelta a casa, estudiar en casa, jugar a la Play. Esa es la rutina de una gran mayoría de los chicos y chicas de mi edad que, lejos de entrometerse en política huyen de ella como si de una enfermedad contagiosa se tratara. Yo, parece que no estoy en esa gran mayoría que he dicho antes, más bien me puedo considerar una gran minoría, pero creo que tengo mis razones para involucrarme en política desde la más tierna infancia.
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