La joven ha conservado la perla y la almeja que la albergaba, de especie japónica y procedente de los bancos marisqueros de Noia, pero su intención es venderla, tras informarse de que otras similares se han adquirido por unos 4,000 euros. Su idea es llevarla a tasar a un experto en joyas, o perlas, para tratar de sacarle el máximo provecho al 'tesoro' que la suerte puso en su menú.
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