Golpe sancionador al Club de fútbol inglés del Chelsea, a quien el Gobierno Británico impide cualquier transacción económica. Ni puede ser traspasado, ni vender entradas, jugadores o siquiera una camiseta de merchandising. Bajo estas condiciones el Club podrá seguir jugando partidos y tratar de pagar a sus empleados. De esta manera la entidad deportiva paga que su dueño sea un oligarca ruso. Boris Johnson se adelanta así, a las intenciones de Abramovich, que quería desligarse del Club vendiéndolo.
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