Hace ya doce años, fue el juez José Castro quien en 2010 se atrevió –y el verbo no está elegido al azar– a hurgar en un espacio hasta entonces blindado: los negocios turbios de un miembro de la Casa Real, Iñaki Urdangarin. Jubilado desde diciembre de 2017 tras cuatro décadas de ejercicio y bregado en casos contra la corrupción que provocaron auténticos terremotos políticos, Castro habla hoy sin toga.
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