Conocí a una madre que no llevaba a su hijo al colegio si este se despertaba sin ganas de acudir a clase. “Es un niño muy sensible”, me dijo una vez. Conocí a otra madre que consideraba nocivos los deberes. “Me quedé sin llevar a la niña a un recital de poesía, que es mucho más útil”, escuché de su boca. También hubo otra que apagaba la televisión cuando llegaba la hora del telediario. “No quiero que los niños vean tanto drama”, argumentó...
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