"Para el tiempo que me queda por vivir lo que no quiero es estar a disgusto". Por su parte, la psicóloga y escritora Silvia Congost explica: "Al estar más normalizado el divorcio hace que esté más presente también a esas edades. Además, la esperanza de vida se va alargando. Al llegar a los 65 años nos quedan dos décadas de vida de promedio y si uno no es feliz, ya no quiere resignarse a eso y sabe que tiene más opciones"
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