Si estas luchas de la diversidad terminan conduciendo a que una mujer alcance la cima de la pirámide social para explotar desde allí a hombres y mujeres, lo mismo nos daría que el explotador siguiera siendo un hombre. Dicho de otra manera: la diversidad se ha convertido en una farlopa que lleva a la izquierda a un estado de frenesí cultural y de representación, es decir: a una aparente actividad que en realidad es quietud, mientras el capitalismo gana todas las batallas importantes.
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