Tan imponente era la persona de Walt Disney y tanta era su influencia en las altas esferas de la política, que el dibujante y empresario hasta pudo construir una planta nuclear en el corazón de Florida. Por aquella época, Disney ambicionaba una ciudad futurista, una especia de Silicon Valley sesentera que pusiera en práctica las innovaciones de la época en materia de tecnología y urbanismo, que atrajera a cientos de empresas de todo el país y que fuera un modelo mundial.
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