El 17 de mayo de 1961 el Festival de Cannes vivió un terremoto cinematográfico con la proyección de Viridiana el último día de competición. El jurado no pudo más que rendirse a sus pies y concederle la Palma de Oro ex aequo con Una larga ausencia, de Henri Colpi. El director español había rozado el premio con otros filmes, pero la crítica social y anticlerical que había burlado a la censura de un país sumido en pleno franquismo era demasiado contundente para ser olvidada.
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