La Policía grabó al coautor del atentado, no tradujo las conversaciones por falta de intérprete, el material desapareció y se sospecha que lo tiene el ex comisario. Las grabaciones se obtenían en un reproductor Uher sin tener muy claro el contenido de las mismas. Y, paralelamente, se registraban por escrito todos los movimientos de los sospechosos. Una documentación que estaba en los ordenadores de los agentes que integraban la unidad.
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