Trinidad, residente del Encinar, se puso en contacto con nuestro equipo de redacción y quiso dejar constancia de su opinión. “Me preocupa mucho que aquella vivienda que compré en un lugar idílico para vivir y criar a mis hijos en breve comience a no serlo, que a la puerta del colegio, un grupo de los mal llamados marginados, estén esperándoles para ofrecerles una amplia gama de las últimas novedades en el mercado de las drogas, secuestrarlos o cosas peores"
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