La tentaciòn de Emerita - Ilustración y prosa de O. Mejía

No desafíes la oscuridad de la noche, que en cuanto la negrura devora el día, los demonios la tachonan de parásitos con forma de huevecillos color verde petróleo. Estos huevecillos se deslizan haciendo movimientos temblorosos y se meten por entre tus orejas y tus fosas nasales para incubarse entre tus sesos mientras, rápidamente, engullen cuanta masa encefálica hallan a su alrededor. Cuando ya no hay restos de ello, los huevecillos, ahora gordos y muy activos, eclosionan liberando jugos viscosos y gases tóxicos que invaden tu bóveda cerebral, apoderándose de tu voluntad y haciendo de ti un demonio más. Te digo esto por experiencia pues yo también fui un demonio, pero esta espada que empuño hoy, la usé para abrir mi cráneo de un certero tajo, y vaciar de mi todo resquicio demoniaco, reemplazándolo por unos papiros que hablaban de un gran disconforme, de un demente mayor. Al instante volví a unir las dos partes de mi cráneo, y sellé mis heridas con esta cinta que me identifica como “El mensajero”… ¡¡Vamos!! Comamos helados de un mismo cucurucho que aún falta mucho para que caiga la noche.



O. Mejìa, Arte y Cultura