Este invierno está llevando todo lo que fuimos.
Cada día despierto arrebujándome,
arrebujándome contra tu espalda,
tocándote
para saber que no te has ido con el agua
sonrío y me pregunto si mañana, si pronto,
si algún día de estos,
el llanto sucederá a la lluvia
y el invierno también se meterá en la casa
y no habrá mueble, estante, cortinera,
donde no lave el agua los colores
y nos mojemos todos entre chocorrones y despedidas.
Por eso en las mañanas
bebo la luz en mis pulmones,
abro todas las puertas,
pinto amarillas las risas de las casas,
doy vueltas tenaz a los girasoles,
me prendo el sol en medio de los pechos
y salgo a tocarte, a escribirte,
a decir que no, que no hay cauce que se lleve mi amor
ni aguacero ni ciclón ni viento lacerante
que arranque tu nombre de esta piel
miel de tus días largos.