Guárdate de quererme.
Recuerda, al menos, que te lo prohibí.
No he de ir a reparar mi pródigo derroche
de aliento y sangre en tus llantos y suspiros,
siendo entonces para ti lo que tú has sido para mí.
Pues goce tan intenso consume al punto nuestra vida.
Así, a fin de que tu amor frustrarse no pueda por mi muerte,
si tú me amas, guárdate de quererme.
Guárdate de odiarme,
o de excesivo triunfo en la victoria.
No es que yo a mí mismo haga justicia,
y me resarza del odio con más odio,
pues tú el título perderás de conquistador
si yo, tu conquista, perezco por tu odio.
Así, a fin de que mi ser a ti en nada perjudique,
si tú me odias, guárdate de odiarme.
Mas ama y ódiame también.
Así ambos extremos la función de ninguno cumplirán.
Ámame para que pueda morir del modo placentero.
Ódiame, porque tu amor es excesivo para mí,
o deja que los dos mutuamente, y no a mí, se destruyan.
viviré entonces para apoyo y triunfo tuyo.
Así, para que tú a mí, a tu amor y odio no destruyas,
déjame vivir, pero ama y ódiame también.
Versión de Purificación Ribes (Traducción y adaptación)
Aparentan
ser los de siempre,
su prioridad,
dicen,
sigue siendo la misma,
cambiar el mundo,
solo que ahora
desde los despachos.
Las calles
son muy frías
en invierno,
y la vejez
-ahí delante,
ya no tan lejos-,
parece un descampado.
No es posible creerles.
Como mucho,
se les puede comprender.
Karmelo C. Iribarren, “El escenario”
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles sólo cuando los necesitas.
Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
no creer en Dios y hacer tu destino,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte,
olvidar sus ojos, su risa,
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse;
olvidar su pasado y apagarlo con su presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
dejar de dar las gracias a tu familia por tu vida,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.
Sobre el autor de este poema:
verne.elpais.com/verne/2020/04/07/articulo/1586261673_375004.html
Improperios de sabueso
no sofoques deslenguado,
para mudo, tente tieso,
dale por leña y por hueso
la elocuencia de un callado.
Aléjate de la persona que te humilla.
Aléjate más de la que te martiriza,
(aunque sea la que más te erotiza),
aunque lleves su sangre.
Corta las alas al vuelo del mal.
Aunque seas pacifista defiéndete,
lanza tu rayo de luz
a quien intente dejarte ciego.
Sé valiente, aléjate
sin más venganza.
Gloria Fuertes, "Es difícil ser feliz una tarde"
Señoras y señores
hoy trataremos del imperialismo
tema difícil si los hay
y a veces engorroso de sitiar
en sólo media hora de pésimas noticias.
En consecuencia intentaré abordarlo
tal como en un pasado alegre y misterioso
se solía abordar los bajeles piratas
quiero decir
de un modo irregular.
Digamos por ejemplo
que una campana suena a lo lejos mansa
y purifica el diálogo y se queda
como el sol en las copas de los árboles.
A pesar del calor, el horizonte
se pone su bufanda
y unos pájaros sueltos y agilísimos
la recorren
y no son golondrinas.
Nada de eso es el imperialismo.
Digamos por ejemplo
que una muchacha quiebra la mañana
con sus caderas móviles
sus ojos perentorios
sus labios de cosecha
su paso que no pasa
y el muchacho espera invencible y modesto
la incluye en su destino. la estudia poro a poro
y así centineándola
se atreve o no se atreve.
Tampoco eso es el imperialismo.
Digamos por ejemplo
que un niño escucha el mundo y decidiéndose
le echa su bocanada de candor
aprende cómo son sus pies y se los come
discute con el techo y lo convence
llora para variar y porque sabe
que a su alarido comparece el seno
con su promesa láctea y esa piel
que le gusta sentir junto a los párpados
y sabe que es feliz aunque no sepa
qué precio va a pagar o qué desprecio.
Tampoco eso es el imperialismo.
Digamos por ejemplo
que un viejo está aprendiendo el alfabeto
y clava en su memoria los diptongos
y las esdrújulas que son tan cómodas
porque llevan acento indiscutible
tiene rostro de cuáquero este viejo
pero el alma la tiene de resorte
y escribe llubia porque en su campito
nunca vio que lloviera con ve corta.
Tampoco eso es el imperialismo.
Digamos por ejemplo
que una máquina late en el delirio
dice ruidosamente su producto
y las manos lo ayudan lo enderezan
lo limpian lo acicalan y lo envasan
manos que se conocen hace años
y hace años se mojan y se secan
se dan la bienvenida y los adioses
se preguntan se llaman se responden
se apoyan en la máquina materna
que dice su producto y carraspea
y cuando las ve juntas veteranas
suelta dos o tres lágrimas de aceite.
Tampoco eso es el imperialismo.
Digamos por ejemplo
que en la serena noche conyugal la pareja
hizo un hijo porque le dio la gana
y le ha dado la gana porque sabe
que un hijo es el profeta cotidiano
irá anunciándolos de sol a sol
irá diciendo a todos que es un hijo
y se alimentará con insolente
apetito y probará la patria
como si fuera pan caliente y nuevo.
Tampoco eso es el imperialismo.
Digamos por ejemplo
que la frontera pierde sus aduanas
y hasta nos invadimos los unos a los otros
nos prestamos volcanes y arroyitos
y cobre y antropólogos y azúcar
y lana y proteínas y arcoíris
y alfabetizadores y durmientes
y poetas y prosistas y petróleo
y el contrabando queda para el viento
y para los amantes migratorios.
Tampoco eso es el imperialismo.
Digamos por ejemplo
que la lluvia y el sol nos pertenecen
también el sobrecielo y el subsuelo
las provincias de nuestro corazón
y el territorio de nuestro trabajo.
Somos iguales ante los iguales
en un mundo de pares y sin otros
una linda locura de los cuerdos
y cierta estratagema de justicia
vamos poniendo tildes a presagios
que se cumplieron o se están cumpliendo
en un comienzo fuimos sólo islas
ahora somos urgentes archipiélagos.
Tampoco eso es el imperialismo.
Y digamos por último
que tenemos la noche y nuestra casa
y un reloj que no cuenta hacia la muerte
la ciencia avanza tanto que ha logrado
aislar el virus de la xenofobia
y la patria es ahora un salado bautismo
que va de mar a mar
y los abismos siguen existiendo
aunque nadie se arroje a su silencio.
Siempre es duro vivir pero se vive
dentro de las esclusas de la vida.
Y una vez más afirmo
nada de esto es el imperialismo.
Confío no haber sido demasiado sectario
en el enfoque teórico del tema.
Señoras y señores
acaba de avisarme un compañero
que afuera nos esperan los señores gendarmes
tal vez para brindarnos alguna clase práctica.
Deseémonos coraje
y buena suerte.
He dicho.
Muchas gracias.
Mario Benedetti
Los días pasan
como pasan siempre los días,
sin grandes sobresaltos,
con esa rara mezcla de lentitud y vértigo.
Hasta ese en que ves aparecer al otro lado
—allí, entre la niebla, aún lejos—
una proa apuntando hacia tu orilla.
Y es justo entonces
cuando —absuelto
de todos tus errores, perdonado,
en calma al fin, sereno, en paz—
empiezas a reconciliarte con la vida.
Pero la proa no deja de avanzar.
Karmelo C. Iribarren, “El escenario”
Cada cuerpo tiene
su armonía y
su desarmonía.
En algunos casos,
la suma de armonías
puede ser casi
empalagosa.
En otros,
el conjunto
de desarmonías,
produce algo mejor
que la belleza.
Mario Benedetti
Alguna gente es joven y nada más,
alguna gente es vieja y nada más.
Y alguna gente está en el medio,
sólo en el medio.
Y si las moscas usaran ropa
y todos los edificios ardieran en
fuego dorado,
si el cielo se sacudiera como
en la danza del vientre
y todas las bombas atómicas empezaran a
gritar,
alguna gente sería joven y nada más
y alguna gente sería vieja y nada más,
y el resto sería lo mismo,
el resto sería lo mismo.
Los pocos diferentes
son eliminados bastante rápido,
por la policía, por sus madres,
sus hermanos,
y otros,
por sí mismos.
Lo que queda es lo que ves,
es duro.
Charles Bukowski
Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su vestimenta
o bien no conversa con quien no conoce.
Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones destrozados.
Muere lentamente quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te impidas ser feliz!
Martha Medeiros
Llora cuanto quieras
sobre mi hombro,
desahógate,
cuenta conmigo
para lo que te haga falta.
Pero no te equivoques,
no soy mejor que él:
le envidio
cada una
de tus lágrimas.
Karmelo C. Iribarren
¿Tienes un cigarro?
Levanto la mirada:
Unos 45 años,
en la cuneta.
Le digo que sí
y le alargo un Camel.
Gracias – dice–,
a las diez cierran la verja.
Ahora se las doy yo a él.
Le veo irse,
cabizbajo,
hacia los árboles.
Hace un alto
en una papelera.
Decido cenar algo
yo también.
Karmelo C. Iribarren
¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito del nacer),
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no yo gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
*****
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son
Nunca es tarde para empezar de cero,
para quemar los barcos,
para que alguien te diga:
-Yo sólo puedo estar contigo o contra mí.
Nunca es tarde para cortar la cuerda,
para volver a echar las campanas al vuelo,
para beber de ese agua que no ibas a beber.
Nunca es tarde para romper con todo,
para dejar de ser un hombre que no pueda
permitirse un pasado.
Y además,
es tan fácil:
llega María, acaba el invierno, sale el sol,
la nieve llora lágrimas de gigante vencido,
y de pronto la puerta no es un error del muro,
y la calma no es cal viva en el alma,
y mis llaves no cierran y abren una prisión.
Es así, tan sencillo de explicar:
-Ya no es tarde,
y si antes escribía para poder vivir,
ahora,
quiero vivir para contarlo.
Benjamín Prado
Esto no puede ser la vida,
este montón de días tristes, grises,
que sumados forman semanas, luego meses,
después años, no puede ser la vida.
La vida tiene que ser, por fuerza, otra cosa,
estar en otra parte, más allá
de esa lluvia que no deja de caer ahí fuera,
que no deja de caer aquí dentro…
Y así una tarde y otra y otra, frente a un café
sobre la mesa que muchas veces hasta se te enfría,
cavilas y elucubras y sigues cavilando…
Como si a la vida le importase.
Karmelo C. Iribarren
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer.
No he sido feliz.
Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé.
No fui feliz.
Cumplida no fue su joven voluntad.
Mi mente se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor.
No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.
Jorge Luis Borges
Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida?
Y, ¿para no ser nada estás lozana?
Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para la vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.
Ya besando unas manos cristalinas,
ya anudándose a un blanco y liso cuello,
ya esparciendo por él aquel cabello
que Amor sacó entre el oro de sus minas,
ya quebrando en aquellas perlas finas
palabras dulces mil sin merecello,
ya cogiendo de cada labio bello
purpúreas rosas sin temor de espinas,
estaba, oh, claro sol invidïoso,
cuando tu luz, hiriéndome los ojos,
mató mi gloria y acabó mi suerte.
Si el cielo ya no es menos poderoso,
porque no den los suyos más enojos,
rayos, como a tu hijo, te den muerte.
10 A un olmo seco, de Antonio Machado
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
El futuro es vuestro,
chavales,
decían,
como quien te dice
que te ha tocado algo.
¡El futuro!
Menudo fraude:
letras y letras,
y más letras de Banco,
o la puta calle.
Karmelo C. Iribarren
Tengo miedo de verte,
necesidad de verte,
esperanza de verte,
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte,
preocupación de hallarte,
certidumbre de hallarte,
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte,
alegría de oírte,
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
O sea,
resumiendo,
estoy jodido y radiante,
quizá más lo primero que lo segundo
y también viceversa.
Mario Benedetti
No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.
Jorge Luis Borges, El suicida (1975)
De aquí a un tiempo,
puede que llegue a ser
como vivir en una ciudad que no te gusta,
sabiendo que nunca podrás abandonarla;
pero eso,
en los mejores días.
Karmelo C. Iribarren
La calle,
tras la última sesión;
veinte llamadas
perdidas,
sin respuesta;
otras tantas cervezas;
en el frío gélido del amanecer,
un tipo
atravesando un parking
hacia su coche…
La soledad es eso,
ahora lo sé:
lo que hay
antes y después de tu nombre.
Karmelo C. Iribarren
Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.
Tengo miedo -Y me siento tan cansado y pequeño
que reflojo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella.)
Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!
Se muere el universo de una calma agonía
sin la fiesta del Sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la Tierra es una fruta negra que el cielo muerde.
Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.
Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.
Domingo tarde
Qué hago
mirando la lluvia
si no llueve.
Karmelo C. Iribarren
Currículum
El cuento es muy sencillo,
usted nace,
contempla atribulado
el rojo azul del cielo,
el pájaro que emigra,
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
valiente.
Usted sufre,
reclama por comida
y por costumbre,
por obligación,
llora limpio de culpas,
extenuado,
hasta que el sueño lo descalifica.
Usted ama,
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno
y el corazón profético,
se convierte en escombros.
Usted aprende
y usa lo aprendido,
para volverse lentamente sabio,
para saber que al fin el mundo es esto,
en su mejor momento una nostalgia,
en su peor momento un desamparo,
y siempre, siempre
un lío,
entonces,
usted muere.
Mario Benedetti
menéame