Victor Sulcic, arquitecto esloveno responsable del Abasto, se ganó, junto con sus socios (Raúl Bes y José Luis Delpini), la oportunidad de diseñar semejante estructura allá por 1932. Ruperto Molfino, presidente del Xeneize por aquella época, había adquirido el terreno en donde hoy se erige esta bestia de cemento un año antes y donde ya tenía su campo de juego con tribunas de madera desde 1922. Se inauguró un 25 de mayo de 1940, bajo la dirigencia de Camilo Cichero, y, a partir de allí, fue sede de incontables hazañas.