Los tiempos de la cometa: el fútbol argentino de los 40

Camisas de seda, noches de baile, tango y cabaret. En un mundo en blanco y negro, donde los ecos de una guerra ajena llegaban en forma de tinta en los periódicos, una bandera sin color comenzaba a pintarse de celeste y blanco con un sol bisoño asomándose en el centro; y Martín Fierro la miraba con millones de pupilas, embriagado. Era Argentina, porteña, propia; tan grande que no cabía dentro de sí.. El mejor que se jugó nunca, aunque no viniera cargado de títulos. Pero, ¿necesitó Borges el Nobel para ser el mejor escritor de siempre?