Cuando oigo que los jóvenes de ahora no tienen capacidad de sacrificio, que son flojos, que lo tienen todo muy fácil y ese largo etcétera de tonterías, pienso en que son las mismas que me dijeron a mí. O las que le dijeron a Bob Dylan cuando enchufó su guitarra. O las que les decían a vuestros abuelos. Sorprende que la generación anterior siempre vea más floja, menos sacrificada y peor a la siguiente, sin caer en que solo estamos cometiendo la cíclica injusticia que antes sufrimos nosotros.