En las presidenciales de 2008, los hispanos se movilizaron en masa a favor de Barack Obama. Su entusiasmo parecía confirmar que por fin se habían convertido en una fuerza política con voz y voto. Dos años más tarde, decepcionados por la falta de reforma migratoria y los violentos ataques contra los indocumentados, este electorado, clave en Nevada, California, Florida o Arizona, no muestra mucho entusiasmo electoral.