Muchos estudiosos han argumentado que una vez cubiertas "las necesidades básicas", un mayor nivel de ingresos ya no se asocia a un mayor bienestar subjetivo. Betsey Stevenson y Justin Wolfers de la Universidad de Michigan compararon datos de países ricos y pobres, así como de los ricos y pobres dentro un mismo país. Según sus análisis el dinero sí compraría la felicidad. Si bien los beneficios por los ingresos disminuyen cuanto más rico, nunca desaparecen. “Si hay un punto de saciedad, aún no se ha alcanzado”. En español:
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