A pesar de ser el presidente, Thomas Sankara recorría su país, Burkina Faso, en un humilde Renault 5, el automóvil más económico que había en la década de 1980. Joven militar, carismático, marxista y panafricanista, llegó al poder en 1983 tras un golpe de Estado que contó con un fortísimo apoyo popular, de los partidos de izquierdas y de un grupo de oficiales progresistas. Sankara tenía 33 años y logró revolucionar el país.