El nacionalismo es un sentimiento primario. Como el amor. Como el humor. No te tienen que explicar los chistes porque entonces ya no tendrían gracia. Aún está Asturias muy lejos de parecerse, ni por asomo, a Cataluña o el País Vasco, pero un orquestado conflicto lingüístico puede ser el primer paso, el caballo de Troya por donde entren los dogmas del nacionalismo, con el peligro de derivar en lo que ya conocemos: competencias educativas infames, adoctrinamiento, ondear la bandera de la confrontación territorial, enfrentando a familias, vecinos.