Detenciones arbitrarias, torturas, trabajos forzados, vandalismo cultural, reeducación de niños y adultos, esterilizaciones forzadas... la política china hacia los uigures es comparable a la de un genocidio silencioso. La región de Sinkiang, que de autónoma solo tiene el nombre, se encuentra bajo el férreo control de Pekín. En 2014, el presidente Xi Jinping sentó las bases de esta represión, sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, en un discurso privado ante altos funcionarios del Partido Comunista: una "lucha integral y (...)